lunes, 13 de diciembre de 2010

Un viaje sin pretensiones



Si voy al cine y al apagarse las luces empiezo a creerme alguien que no soy, alguien que cocina platos inverosímiles, alguien que conoce a “hermanos” que hablan en otros idiomas, alguien que escala en el trabajo de su vida, alguien que se reencuentra con sus raíces y, sobre todo, alguien que vive momentos mágicos en compañía (me encantaría entrar en detalles), salgo de la sala emocionado, reprimiendo las ganas de gritar: ¡Viva el Séptimo Arte!

Pues con la primera media hora de Bon Appetit me bastó. Es un cuento de Navidad sin pretensiones, donde te animan a reír, a llorar, a enamorarte. Depende de uno, pero yo acepté todas las invitaciones. Desde el primer minuto.

No es una obra maestra, ni falta que hace. Es un ejemplo de cine europeo fresco y actual, donde se juntan talentos de varios países del viejo continente, todos ellos capitaneados por un segoviano, David Pinillos.

Por favor, no dejen de verla y lo siento pero no me puedo contener: ¡Viva el cine!

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