domingo, 7 de abril de 2013

Inaguantable


Carlos Ríos anda desesperado. «Con este grupo va a ser difícil salir de abajo. Necesitamos gente sacrificada. Así, desde luego, no llegamos». Estas palabras del entrenador en las horas previas al Xerez-Hércules denotan el estado de angustia del colista de Segunda, que no vence desde el 1-5, precisamente en el Rico Pérez. Veinte encuentros ni más ni menos. El balance es desastroso: catorce derrotas y seis empates. Restan treinta puntos por disputarse y están a once de la salvación. Además de una distancia muy complicada de recortar, la imagen del club empeora por momentos. La llama del pasional Carlos Ríos se apaga consumido por el desánimo que irradia un grupo, en concreto el de los capitanes (José Mari, entre otros),tras negarse a salir junto a él en rueda de prensa para transmitir unión y ganas de batallar hasta el final. Detalles como éste son mortales, igual que los problemas económicos, el peligro de desaparición y la plaga de lesionados. La afición azulina, desbordada por los acontecimientos, se ha desenganchado del equipo. De los más de seis mil socios que tiene el Xerez ya solo acuden dos mil quinientos. De todas maneras, los andaluces nunca han entregado la cuchara en Chapín. En su casa siempre muestran voluntad y argumentos, liderados por Marquitos, Rueda y Prieto, para derrotar al rival, pero hasta ahora se han topado con el portero, el poste y algunas decisiones arbitrales discutibles. El técnico ha insinuado que se irá si vuelve a percibir desidia en sus jugadores. Éstos aseguran que hablarán sobre  el campo. Si no consiguen la victoria querrán al menos darlo todo y, de ese modo, morir matando.

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