domingo, 2 de diciembre de 2012

Una inadaptación comprensible


«Igual había perdido motivación por jugar en Segunda». La autocrítica del internacional español Bruno Soriano es tan insólita en el mundo del fútbol como comprensibles resultan sus sinceras palabras. El Villarreal, un club a imitar por su modelo deportivo y económico, descendió dramáticamente en los últimos instantes de la pasada temporada. También es verdad que la crisis y las malas decisiones le sacudieron. Aquel triste final fue la consecuencia de haber contratado a tres entrenadores, de haber vendido a Santi Cazorla, de haber sufrido las lesiones de más de 10 jugadores, entre ellos Giuseppe Rossi, y de haber perdido hasta 16 puntos en los últimos 5 minutos. En esta ocasión, la realidad superó a la ficción. Por necesidades del guión, esta campaña volaron pesos pesados como López, Gonzalo, Valero y Nilmar. Fernando Roig cogió el timón con más voluntad que nunca e ideó, junto a Llaneza, que el equipo que intentara el ascenso debía aunar veteranía y juventud. De ahí la valentía de seguir apostando, si cabe con más firmeza, por la cantera. Ni en la apuesta del banquillo había dudas. Julio Velázquez arrancó el proyecto con 30 años. Los castellonenses siguen de cerca al Barça en ser fieles a la misma filosofía, con el plus de ser un club familiar. Por eso, entre otras razones, Venta se ofreció. Luego llegaron Mellberg y Cavenaghi. La cosa pintaba bien. En las primeras jornadas se vio un equipo con pegada. Esta virtud no ha terminado de consolidarse y la pelota ya no entra con facilidad. No es tan necesario el juego bonito, como que toda la plantilla reme en la misma dirección. Aún hay tiempo.

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